domingo, 7 de febrero de 2016

HARRY A LAS PUERTAS (DE LA COQUETTE)


Tiempos extraños, supongo que voy convenientemente transmutándome en un carcamal de ceño fruncido. Atónito la mayor parte de las veces y escéptico casi siempre con el entorno pese a los años acumulados. La edad sin embargo, no ha conseguido arrebatarme las ansias de seguir aprendiendo del género humano y de sus locuras y excentricidades, imagino que es la mejor manera de aprender de las mías propias.

Precisamente había sido mi cumpleaños, un año mas o un año menos, depende de la perspectiva y habíamos ido a celebrarlo a La Coquette sin dudarlo. La cabra tira al monte y en realidad daba igual quien estuviera tocando esa noche.
Me sorprendió verle acompañado solamente por un batería, bastante bueno por cierto, me pregunté donde estaría el resto de la banda. ¿Estarían fuera fumando?. ¿Los habría despedido justo antes del bolo? ¿Acaso pensaba tocar él todos los instrumentos a la vez? Sonaba blues rancio, sucio y viejuno, práctico, con caché para dos, aderezado con diferentes influencias y aunque no todas muy afortunadas, la esencia flotaba en el ambiente, ese blues que casi  nadie hace en esta ciudad como él, lo cortés no quita lo valiente.
La Coquette abarrotada y allí estaba yo apoyado en el arco de la entrada, deleitándome curioso en el espectáculo cuando entre estrofa y estrofa y percatándose de mi presencia, me dedicó un bonito verso, algo improvisado con un punto de inconexo y que acababa en la palabra "mierda". En ese mismo instante tuve la revelación de que iba a ser una noche divertida.

"Tienes suerte de que yo no sea una persona violenta", dijo ostensiblemente nervioso a la salida mientras miraba de soslayo a quien parecía ser su novia.  Acto seguido y sospecho que alentado por la misma así como por  las cervezas que aparentemente llevaba puestas me espetó, "¿Cómo puedes tener cojones de escribir sobre mí en ese blog de mierda que haces?,  ¿Tú quien coño eres?.  Eres un maricón que canta como el culo y un mal periodista". Eso sí, lo dijo con ese bonito acento galaico que consigue suavizar cualquier palabra gruesa, meciendo cada frase como si de una nana se tratara y yo, acunado  y estupefacto a partes iguales  por tamaña batería de lindezas intenté reconducir el monólogo hacia un terreno mas racional, resulto inútil.  Aguanté el tirón tanto como pude e intenté mantener la compostura hasta el límite y eso, viniendo de  alguien que se ha criado a escasos doscientos metros de Cañorroto tiene su mérito, no se vayan a creer.
 En este tipo de situaciones toca asumir haberse puesto en el punto de mira voluntariamente y lo menos que se puede hacer es permitir que el desahogo lo lleve a cabo el aludido sin interrupción alguna. No tanto por respeto o condescendencia sino mas bien  por aquello de ver qué cartas enseña y hasta donde quiere llevar el asunto. En este caso la pataleta no duró demasiado y si bien es cierto que tras el repertorio  de insultos e improperios que dedicó a mi persona, intenté argumentar y explicar mis intenciones respecto a la entrada que había escrito sobre él hacía ya algún tiempo y apelando a sus capacidades cognitivas, recomendándole  hacer lectura comprensiva de lo escrito, cualquier intento resulto en vano.
 Mi en otra hora admirado blues man, a las puertas de La Coquette, marco incomparable, se había convertido en una suerte de Harry el sucio dispuesto a limpiar su nombre y su honra con el revólver cargado de exabruptos y frases inconexas de manera casi infantil, llevado con toda seguridad por una explosiva mezcla de cerveza, adrenalina, honra mancillada y ego superlativo, después del bolo.

"Un mal día lo tiene cualquiera", como dice mi primo. Me temo  que la anécdota solo sirvió de chascarrillo y cotilleo divertido para el público asistente, algo que llevarse a la boca sin mas un día cualquiera de una semana cualquiera en el patio de vecinas que es demasiadas veces este mundillo. Un lugar donde los mediocres se llaman "maestro" entre ellos y miden su éxito en "me gustas", donde se reparten abrazos y mojadas albaceteñas a partes iguales. Para mí, que tengo la manía de pelear por causas perdidas fue una pequeña derrota, el personaje había devorado a la persona y la balanza se inclinó del lado oscuro, "para uno que hay, va y se muere".
 Puede que esté equivocado, puede esto no me reporte mas beneficio que el placer propio de decir lo que pienso y pensar lo que escribo en la medida de mis posibilidades y eso amiguetes, es mucho mas de lo que muchos pueden decir. Me reservo el derecho a opinar y mojarme pase lo que pase no por valentía sino por hartazgo. Cualquiera que tenga los arrestos de subirse a un escenario y tener un nombre mas o menos público es susceptible de crítica y opinión y eso me incluye a mí.
Seguiré diciendo y escribiendo lo que me venga en gana pese a las amenazas y advertencias que me profirió aquel día. Me quedo con el talento y con quien lo imparte pese a todo en estos tiempos tan extraños, a pesar de mi ceño fruncido y mis años acumulados, si es preciso defenderé mi derecho a espada o florete si se me reclama satisfacción, aunque si me dan a elegir...

Yo disparo







1 comentario:

  1. http://unbluesconrevolver.blogspot.com.es/2014/10/de-lobos-y-muertos.html

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