lunes, 27 de julio de 2015

DE FESTIVALES Y VERBENAS

La distancia que separa lo cutre de lo brillante es extremadamente difícil de discernir estando amodorrados. Como recién levantados de una siesta o en una suerte de estado vigilia en la que a uno le da igual ocho que ochenta el resto del universo. Donde nuestro único interés se concentra en conciliar ese tan deseado y reparador sueño que no parece llegar nunca.
En el mejor de los casos, suele ser  fruto de un criterio subjetivo, aleatorio y sujeto a modas y tendencias pasajeras. Separar el polvo de la paja se convierte en  tarea ardua y fatigosa, un pesado camino que casi nadie a estas alturas está dispuesto a recorrer. Solemos conformarnos con lo que nos venden  por ignorancia, comodidad o simplemente vagancia. Tal vez estemos demasiado ocupados en llevar lo mejor posible nuestras grandes existencias disfrutando de esa sin par y agradable sensación que produce  no pensar demasiado y que te lo den todo mascado.
 Que cada uno separe el polvo de la paja como mejor le convenga o que solamente lo deje estar. En realidad, se haga lo que se haga, mucho me temo que las cosas no tienen pinta de cambiar o tal vez,  sea mucho más divertido que todo siga como está.
Así las cosas y ya que pasaba por aquí después de algún tiempo, resulta tentador lanzarse a degüello y cortar un par de trajes a medida a alguno de esos eventos tan veraniegos y tan celebrados por el aficionado que son los ya tradicionales festivales de Blues. Y si, digo cortar algún traje porque no sería justo cortar trajes para todos o al menos hacerlo con las mismas medidas. Nada personal. Por Dios,  que nadie se me ofenda.
Como decía, separar el polvo de la paja suele ser ejercicio arenoso,  aunque en lo relativo a este tema es bastante fácil, casi obvio, de  Perogrullo vaya. Basta echar un vistazo a algunos carteles para darse cuenta que de Blues como tal,  tienen poco o más bien nada y mucho de postureo y pose postiza. Un cajón desastre donde cabe prácticamente todo envuelto en papel de regalo con lacito azul.

Estrategia comercial dicen que se llama. Le plantas la palabra Blues al invento y lo vendes de lujo. ¿Dónde va a parar?. Contratas a un Fito o a un Calamaro, que ya me dirás tú, que clase de blues hacen éstos pero que tienen tirón y capacidad de atraer público cautivo y luego te fumas un puro sin pestañear pagando unos caches miserables a las bandas de aquí. Que ya sabemos todos que son una reata de pringaos y unos tuercebotas, salvo amistosas excepciones, claro está y ya casi tienes montada la verbena.
 Eso en el mejor de los casos, porque si la afortunada banda nacional elegida en cuestión  tiene que  negociar las condiciones y bregar con ese famoso promotor y manager, con ese Lorenzo de Medici del blues patrio, con apellido de santo y maneras de bucanero, apaga y vámonos. Criaturitas, tendrían más suerte en un centro de acogida de Ceuta o Melilla tras haber saltado a este lado la valla o en una noche de turismo por la Cañada Real.
 Y ya aprovechando que el Pisuerga pasa por Valladolid,  le sueltas un pastón  de aquí no te menees  a alguna estrellona internacional  en claro declive que anda dando tumbos por Europa y que de otra manera no hubiera metido a cincuenta personas en cualquier sala digna de llamarse de ese modo y le endosas una banda local de acompañamiento para aguantarle el tirón,  que ya sabemos que para un roto siempre hay un descosido. Y ya  si eso, rematas la faena trincando a alguna banda extranjera que no la conoce ni su santísima madre, una de esas que ni chicha ni limoná pero que como hablan inglés y son guiris seguro que molan . Seguimos a la vanguardia del paletismo más refinado....En este país de innovadores, espero al menos no estar dando ideas a alguno.
Como decía, complicado eso de discernir la calidad del mercadeo más zafio, no obstante, mi conclusión es clara. Me consta que hay buenos festivales de Blues, donde el  tamaño NO necesariamente importa, donde se programa Blues en sus múltiples formas y modos y en los que no es necesario vender el alma al diablo para hacer un trabajo digno y coherente. Aunque algunos los califiquen de festivales "Low Cost", no es necesario ponerle la palabra blues delante a un evento que carece de este género en un ochenta por ciento, de otro modo,  se corre el riesgo de que se convierta en un parque de atracciones en el mejor de los casos o en una verbena perpetrada por engañabobos en el peor de ellos. No sé, igual son manías mías pero a mí siempre me sirvió eso de "Al pan, pan y al vino, vino", cosas de mi abuela supongo.
 Igual es simplemente este calor infernal o tal vez sea mi tendencia natural a pisar charcos por deporte. Lo cierto es que soy consciente de que nada de esto importa un carajo y que otra cosa no, pero con lo que nos gusta la farra, compramos cualquier cosa que nos suene a fiesta y desparramo. Da igual que sea Blues o música Balcánica, el caso es tener la excusa y la ocasión para desarrollar nuestras tradicionales dotes fiesteras sin pararnos a exigir unos mínimos requisitos antes de comprar lo que nos venden. Por cierto, no olvidéis pillar la camiseta conmemorativa del evento que queda tela de  fardona con los colegas.
Un último apunte amiguetes y ya  adelantando el tema que trataré en la próxima entrada. Me faltó este año un Eric Sardinas o un  Bonamassa de esos de los guapos que se suelen contratar  como cabeza de cartel y que  convocan a todos esos viejos e incombustibles rockeros. Porque si hay algo que no puede faltar en un evento de éstos es un "Guitar Hero" metido a bluesman soba mástiles portando con orgullo el estandarte de Blues-Rock, Power-Blues o cualquier otra sandez parecida que le permita cubrir el veranito y hacer caja. Ya sabéis…hay que ser ecléctico y no un maldito talibán como  yo, así que id soltando vuestras melenas al viento que yo ya llego un poco tarde…
Lo dicho, ¡¡ Larga vida al Rock!!  Y si es Blues-Rock festivalero, mejor que mejor.

Yo disparo 


sábado, 7 de febrero de 2015

LA COSA NOSTRA ( tercera parte) despedida, cierre y conclusiones




 LCN (tercera parte)

Había prometido perpetrar una tercera y última entrada sobre La Cosa Nostra y aquí estoy, eso es justo lo que voy a hacer. Incluso había prometido a alguien escribir solamente diez entradas (me gusta el número diez tanto como cualquier otro) e irme con viento fresco a tomar por el saco  a seguir con mis cositas que no son pocas. Chapar  este invento para regocijo de algunos y alivio de otros. No sé..en el fondo creo que le he  cogido el gustillo a esto de molestar y enredar un rato, incluso más de lo que soy capaz de reconocerme a mí mismo. Ya lo he dicho alguna vez, cuando el demonio se aburre, mata moscas con el rabo.
Quisiera aprovechar  la ocasión para  agradecer a todos aquellos que se han sentido aludidos, molestos o quizás ofendidos a lo largo de estas tres entradas. Ellos son sin duda la prueba de que sin mencionar nombre alguno, he conseguido a veces y digo solamamente a veces, dar en la diana. Ellos son  la prueba viva de que se puede tomar parte en las cosas, ser activo con respecto a lo que te rodea y no callarse. 
Creedme, ponerse al pie de los caballos a veces puede resultar divertido, gratificante pero sobre todo balsámico, al menos para mí. De otro modo se corre el riesgo de ser un simple fisgón, una vecina de patio, un vulgar cotilla y de eso, hay ya bastante.

Gracias por vuestros mensajes privados y vuestros caretos cuando me habéis visto, solamente por eso, merece la pena este blog.  I love you all!!  

Dicho esto y volviendo al tema que nos ocupa. Soy consciente de que hacer un análisis mas o menos profundo de La Cosa Nostra en particular y poner la casa patas arriba en general  en este país, produce somnolencia. Criticar de manera abierta algo, tomar parte y exponerse a cara de perro nos acojona salvo que lo haga el prójimo y nosotros veamos el toro desde la barrera.

Está mal visto eso de complicarse la vida y tocar las pelotas. Sin embargo nos produce un pequeño y agradable  palpito en la entrepierna ser espectadores sin riesgo del despelleje ajeno, eso si, siempre y cuando permanezcamos detrás de la cortina, cual pervertido voyeur y  que no se nos vea y así, dar rienda suelta entre las sombras, a nuestros odios y envidias mas ocultos, incluso minutos después de habernos  pegado un fraternal  abrazo con el  ajusticiado en cuestión. 

Al lío,  a lo largo de esta serie han desfilado casi todos los actores que participan en esta comedia. Empresarios, dueños de bares y tiracañas. Ese público en buena parte aletargado y frecuentemente inculto. Nosotros los músicos que actuamos como si la copla no fuera con nosotros, enzarzados en una melé de compañerísmo falso y coleguismo de bareto. Señores,  llamemos a las cosas por su nombre, podemos comernos la oreja los unos a los otros cuanto queramos pero lo cierto es que somos competencia directa , las cositas claras,  lo cual no tiene porque ser necesariamente malo, por el contrario, se nos complica la cosa sin una mínima  capacidad organizativa, no olvidemos eso de los intereses comunes.

 En definitiva, fundamentalmente el cañón me apunta a mí y a los míos directamente a la cabeza, independientemente del idioma en el que se cante o el estilo de blues que se toque. La responsabilidad de disfrutar tanto de unas condiciones como de unos derechos laborales dignos, depende única y exclusivamente de nosotros. No se trata de hacer aquí  alegatos sindicalistas ni arengas proletarias mas o menos trasnochadas, se trata de usar el sentido común para beneficio de todos. Para los que intentan hacerse un hueco, para los que ya lo tienen y no lo saben defender, para los consolidados, para los recién llegados, para los maduritos, para los que viven de esto y para los que no pero que están batiéndose el cobre como el que mas, para los que intentan dignificar su arte y para las putillas de bareto, porque nos guste o no las cosas están mal y nosotros somos los únicos que podemos cambiarlas al fin y al cabo. Luego, el talento, el trabajo y el arte individual pondrán a cada uno en su sitio.

En este país atestado de perros del hortelano y de comadres resabiadas no quisiera acabar esta última entrada sin poner sobre el tapete algo que me llama poderosamente la atención. Con frecuencia se tacha de mafias a las únicas  iniciativas que se mueven en la ciudad y que son a día de hoy el único síntoma de que el enfermo sigue vivo. 
 Ni como ni dejo comer. Se critica agriamente tanto a la SBM (Sociedad de Blues de Madrid) como a la EBM (Escuela de Blues de Madrid). Iniciativas absolutamente independientes la una de la otra y que guste o no y siguiendo derroteros completamente diferentes hacen un magnífico trabajo de divulgación del Blues en esta ciudad, Basta darse un rulo por el resto del país y hacer una pequeña comparativa para darse cuenta. Chavales, tenéis que salir mas.
 En definitiva,  mas de lo mismo, a nosotros lo que nos pone cachondos en el critiqueo fácil y seguir cada uno a lo nuestro, se critica por desconocimiento, no se sabe pero se opina, se mezclan las churras con las merinas alegremente porque hablar es gratis, se sienta cátedra para no hacer nada productivo y si hay alguien que lo hace, es un mafioso, un hereje, un maldito masón, se infravalora cualquier iniciativa inteligente por envidia o simplemente por deporte.
Ciertamente todo es mejorable, incluso no tengo porque suscribir todas y cada una de las actividades que se realizan en estas entidades pero estando las cosas como están a día de hoy, a mí personalmente se me saltan las lágrimas cuando veo a gente que hace cosas interesantes., que se asocia y se organiza. ¿Qué sería de nosotros sin la utopía?.

Acabo esta tercera y última entrada sobre lo que he venido en llamar La Cosa Nostra.Sé que no descubro nada nuevo, quien está en el ajo sabe perfectamente que es lo que se cuece por aquí. Incluso imagino que hubiera sido mucho mas popular y entretenido poner a caer de un burro a algún  personaje de tantos que pasean su ego y su arte por el circuito. Soy consciente de que un texto que contenga mas de doscientas palabras suele hacer aflorar el bostezo pero me parecía oportuno darle una vuelta y pensar un poco sobre ello. Igual poder pensar es lo único que nos queda.
Sea como sea, al fin y al cabo "Un blues con revólver" es el resultado de la necesidad de ser activista molesto, agitador de marmotas, expositor de opiniones, pensador incómodo  para deleite y escarnio,  propio y ajeno, un experimento con gaseosa que solo puede salir rana. En realidad, de todo lo anterior, esto último es lo verdaderamente cierto.

 
Yo disparo